martes, 28 de abril de 2009

Por la calle en bicicleta

Para aquellos que aún no lo sepan, en Sevilla se instaló hace casi un año un sistema de prestamos de bicicletas para circular la ciudad, llamado sevici. Pues bien, hace tres semanas me lo saqué y el Domingo me llegó. No pude hasta ayer disfrutar de los servicios que ofrece, los cuales estan bastante bien: las bicicletas se manejan sin dificultad, son fáciles de coger y dejar... pero hay un gran problema, y es que hay gente que se dedica cargárselas.
Tienes que comprobar siempre las bicicletas a coger, porque la mayoría estan pinchadas. Y las que no están pinchadas o no tienen frenos o tienen las ruedas dobladas, y más. En mi caso di con una bicicleta que tenía el ancla doblada, y me costó la vida volver a dejarla en uno de los pivotes.
Me resultó impresionante llegar a la estación de autobuses y encontrar allí, tirada junto a un pivote, una bicicleta rota, en la oscuridad. Es como el cadáver que deja un crimen, el rastro de que alguien que accede al delito del daño,
Cuesta creer que halla gente que se dedice a hacer estas cosas. Mi teoría es el placer de lo prohibido lo que les atrae. Por ejemplo, los videojuegos sandbox son un claro ejemplo. GTA, por citar uno de los primeros, se convirtió en número uno por permitir a la gente hacer lo que no harían en la realidad, el placer de lo prohibido. Pero una cosa es creértelo en un videojuego y otro llevarlo a la calle. Las bicicletas son un solo tipo de esta manifestación, ya que por ejemplo podemos encontrar otras como contenedores quemados y demás.
Un acto que me parece un poco más... como decirlo... "degenerado" es dejar las chinchetas en el carril bici, y luego irte. Es como el terrorista que deja un bomba en un coche con temporizador. No es un acto dirigido, el daño es aleatorio. Puedes pasar sin recibir o tragártela de lleno, como la explosión del coche. El agresor no conoce a la víctima, tu ni lo ves. El no contempla su acto, pero tú lo sufres de inmediato.

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